Yaoi 4/?
El día concluyó más rápido de lo que pudo imaginar. Sonó el timbre de
salida anunciando libertad, así que se dispuso a ayudar a Mizaki a
llevar su mochila hasta su casa, después de todo no vivía muy lejos.
Le
preguntó a Pinkuu si los quería acompañar, pero se negó. Al parecer
había quedado con una amiga para volver juntas camino a casa. En fin, Mizaki y Polo comenzaron a dirigirse hacia el hogar del azabache,
una casa de dos pisos color roja que quedaba en una esquina al bajar dos
calles. Polo cargaba las mochilas de ambos ya que no quería que el
contrario se hiciera más daño. Aunque el de ojos naranjas le había
refutado el no ser necesario nada de eso y que el yeso solo lo
acompañaría por dos semanas, Polo no podía evitar preocuparse.
A medio camino sintieron unos pasos aproximarse. Al voltear...
Daisuke: ¿Ustedes siguen este camino también? *preguntó una voz grave*
Polo: ¡Daisuke! De hecho, acompaño a Mizaki y lo ayudo con sus cosas
Mizaki: Aunque ya dije que no es necesario
Polo: ¡Da igual, déjame hacerlo! Después de todo, tú lo harías por mí, ¿verdad?
Mizaki: Yo... Bien, haz lo que quieras *dijo mirando hacia otro lado*
Daisuke: Bueno, supongo que a partir de mañana te acompañaré a casa, ¿verdad, Miza? *mencionó el castaño mientras rodeaba uno de los hombros del de ojos
color naranja con su brazo izquierdo, y mostraba un semblante bastante
alegre para el gusto de Polo*
Mizaki: Por favor, no me llames así *respondió alejándose*
Daisuke: ¿Por qué?
Mizaki: Porque no me gusta
Daisuke: ¿Y eso por qué?
Mizaki: No es tu asunto. ¿Qué no sabes que la curiosidad mató al gato?
Daisuke: Sí... Y el gato murió feliz *dijo con una enorme sonrisa ante la seria mirada de su interlocutor*
A Mizaki no le interesaban en absoluto los nuevos estudiantes. Si hay
gente nueva pues está bien; y si no la hay, también. Decide no prestarle
atención a los asuntos que no le perjudiquen o beneficien. En cambio, Polo siempre intenta hacer que la gente nueva se sienta como en
casa; no le gustaría vivir la realidad de no encajar al ser el nuevo.
Aunque claro, ese no es el caso de Daisuke.
Polo: Y Daisuke, tú estudiabas en una escuela mucho más grande que la nuestra, ¿verdad? ¿Por qué decidiste cambiarte de repente? *irrumpió el de cabello blanco*
Daisuke: Pues, la economía no ha estado bien últimamente
Polo: Vaya, lo siento
Daisuke: No te preocupes, no es tu culpa
Mizaki: Ya llegamos *dijo el de cabello uva tirando levemente de su mochila para bajarla del hombro de su amigo*
Polo: Sí, ¿seguro que puedes?
Mizaki: Ni que estuviera discapacitado, no exageres
Polo: ¡Hombre, que estás enyesado!
Mizaki: Ya, eso no me convierte en un inútil
Polo: Nunca dije que lo fueras...
Mizaki: Bien. Por acompañarme y llevar mis cosas, se los agradezco...Adiós.
Polo: De nada, ¡Descansa, Oso! *soltó con una gran sonrisa mientras agitaba su brazo, despidiéndose
también del hermano de Mizaki que había salido de la casa a su
encuentro*
Daisuke: Adiós, Mizaki... Y bien, ¿me acompañarás a casa a mí también, Señor Sonrisa de sandía? *comentó el de morral de cuero*
Polo: ¿Eh? Bueno... si gustas
Daisuke: Bien, queda doblando la esquina, dos calles más abajo
Comenzaron
a caminar en silencio. A pesar de ambos ser bastante extrovertidos, en
esa ocasión ninguno de los dos sabía qué decir. Las conversaciones de la
gente al pasar, el ruido de los carros, y principalmente, el sonido del
silencio, comenzaban a perturbar cada vez más a Daisuke...
Daisuke: ¿Por qué lo llamas Oso?
Polo: ¿Qué?
Daisuke: A Mizaki...
Polo: ¡Ah!
Pues... Cuando éramos niños, él solía aprovechar los recreos para
dormir; y cuando no estaba durmiendo, estaba leyendo. No era de esas
personas que les gustara mucho juntarse con los demás niños... En fin,
un día en clase de Biología, nos enseñaron que los osos son los animales
que duermen mucho al hibernar. Entonces un día lo llamé así y él se
terminó acostumbrando
Daisuke: Ya veo, ¿desde cuándo se conocen?
Polo: Desde que teníamos siete años. Un día llegó y decidí ser su amigo
Daisuke: ¿Eso es todo?
Polo: Sí... eso es todo
Daisuke: Interesante...*comentó luego de reventar un globo de chicle que había formado* Polo: Hemos llegado. No queda muy lejos desde la casa del Oso, ¿verdad? ¿Vives aquí? *preguntó bastante sorprendido. Aquella estructura no era la de una casa
en absoluto; sino, la de un hotel de cinco estrellas que presumía ser
el más caro de la ciudad*
Ingresaron. Aquel hotel abría sus puertas
mostrando un enorme lobby de paredes cremas y de techo color caramelo.
La señorita de la recepción y él se saludaron, por lo que aprovechó para
presentarlos brevemente. Caminaron un poco más hasta llegar al
ascensor. Allí, Daisuke marcó el piso cuatro.
Polo: Esto es increíble... ¿Tus padres se ganaron la lotería o qué?
Daisuke: Todo es puro trabajo duro. Y de hecho no tengo padres... Vivo con mis 2 hermanos mayores.
Polo: Lo siento...
Daisuke: El cuarto piso es todo nuestro ya que mi hermano es el dueño del hotel
Al
bajar del ascensor, los esperaba un piso de dos puertas: una a la
izquierda que daba hacia la sala principal; y otra a la derecha, que
daba hacia la cocina. Al final del pasillo, los ojos de Polo
pudieron divisar un gran ventanal, y una maceta a cada lado con una
planta color verde que contrastaba perfectamente con las tonalidades del
hotel.
Polo: ¿Bromeas? ¡Eso es genial! *Daisuke mostró una media sonrisa ante esto. Le causaba gracia la manera en la que Polo se sorprendía*
Daisuke: Sí...
Perdona que no te invite a pasar. Nos hemos mudado ayer y aún hay cosas
que arreglar. De todas formas, gracias por acompañarme
Polo: ¡No
importa! El placer fue todo mio; después de todo, alguien como yo no
entra así por así a un hotel de este nivel... ¡Es asombroso!
En
ese momento, Daisuke pudo divisar una figura saliendo del ascensor y que
lo miraba de perfil. Estaba esperando que aquel joven de cabellos blancos se apartara del camino. El simple hecho de verla, provocó que
su semblante cambiara por uno enojado. Pero, no debía demostrarlo, sino
alarmaría a Polo...
Daisuke: Oye, no quiero ser descortés pero creo que debes irte
Polo: ¿Eh? Ah,sí. Está bien, olvidé que era el primer día... Debes estar muerto
Daisuke: Sí, lo siento, el primer día siempre...
Polo: No importa, no importa. ¡Hablamos mañana!
Daisuke: Adiós, Sandía *dijo con una pequeña sonrisa, tratando de disimular el desagrado que le
causaba el tener aquella presencia femenina en el cuarto piso*
Polo: ¡Ni que estuviera gordo! ¡Nos vemos! *gritó entre risas mientras esperaba al ascensor*
Al
entrar en él, pudo notar que una joven de aproximadamente su edad, con
cabellos lisos y de un color rojizo evidentemente artificial se dirigía
hacia donde estaba Daisuke. Al ver a su compañero, pudo notar una
expresión que jamás pensó ver en él. Desagrado, enojo, hastío. Todos
estos sentimientos encajaban a la perfección para describir su semblante
en esos momentos...
¿Qué estaba pasando?
¿Por qué su semblante había cambiado de esa manera?
Antes
de tan siquiera poder oírlos hablar, el elevador cerró sus puertas
dejando en su interior a una mujer de mediana edad y a un joven de
cabellos blancos y de ojos rosa extremadamente confundido.
¿Quién era aquella joven?
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